Jobs, que solo abandonó cuando su enfermedad le venció, era especialista en combinar la tecnología ya existente, mejorarla, y después ser capaz de revolucionar todo lo que tocaba: popularizar la informática con el Macintosh, más tarde reinventar la música con el iPod, el cine de animación con Pixar, el mundo de la telefonía con el iPhone, el iPad… y quien sabe cuántas cosas más nos habremos perdido de disfrutar en el futuro, y que se han ido con él.

Twitter, fiel reflejo de lo que más se comenta en el mundo digital, se ha llenado de palabras de duelo y de agradecimiento a su legado, aupando a trendic topics: Steve Jobs, #thankyousteve, o el ya emblemático #iSad, jugando con las iconografía del iPad y la palabra triste. En Facebook también se han compartido millones de comentarios de homenaje en las miles de páginas que se han creado para rendirle tributo.

Sus colegas de profesión también se han despedido de Jobs de manera afectuosa. Bill Gates escribía “echare de menos a Steve inmensamente”, y Mark Zuckerberg, padre de Facebook, “Gracias por mostrar que lo que creas puede cambiar el mundo”.

Personajes públicos de todos los ámbitos también han tenido palabras de elogio para Jobs, entre las que destaca el mismísimo presidente Obama: “era lo suficientemente valiente para pensar de modo diferente, lo suficientemente osado para creer que podría cambiar el mundo y con el talento necesario para conseguirlo”.

Hasta en las sedes de Apple de medio mundo se han improvisado pequeños altares donde se le ha rendido improvisado homenaje (velas en iPads incluídas) por parte de usuarios de su tecnología, o por meros ciudadanos que han sabido reconocer su inmensa, e intensa, contribución a la revolución tecnológica actual tal y como la conocemos hoy. Gracias.